Kilómetros
aproximados: 135.
Como en este hotel el desayuno tenía
un precio excesivo (creo recordar que 14 €), salimos a desayunar fuera. Pero al
salir vimos que estaban montando el mercadito de nuevo, así que volvimos al
hotel y preguntamos sí podíamos salir del parking; nos dijeron que a esas horas
todavía sería posible saliendo por una calle en dirección prohibida, pero que
un rato más tarde ya no sería posible; así que sin perder tiempo hicimos el
check-out, pagamos el parking en recepción (13’30 € con el descuento del hotel,
sino 17’50 €), y fuimos a por las maletas a la carrera; sino hasta las 5 de la
tarde no podríamos salir.
Al abrirse la puerta del parking,
había una furgoneta descargando, que tapaba la salida por completo, pero con la
pericia de Luis al volante logramos salir por la parte de la entrada. Luego
hubo que recorrer una calle en dirección prohibida, pero sin problemas.
Después del pequeño susto que nos
habíamos llevado, viendo que casi nos toca quedarnos en Amberes, y que nuestros
planes para ese día se hubieran ido al traste; seguíamos sin desayunar, así que
saliendo de la ciudad paramos en un horno y nos compramos unos croissants y
zumos.
Pusimos dirección a Malinas, un
trayecto muy corto de escasa media hora, aparcamos en una calle tranquila muy
cerca del centro; pero al llegar a la plaza principal, nos encontramos la
parafernalia de que se iba a celebrar una maratón. Así que nos fuimos, dejando
esta ciudad pendiente para otro día.
Continuamos hacia Waterloo, un trayecto
también cortito, de poco más de media hora.
La
Batalla de Waterloo fue un enfrentamiento entre el ejército francés dirigido
por Napoleón Bonaparte y las tropas británicas, holandesas y alemanas,
dirigidas por el duque de Wellington, junto con el ejército prusiano también.
La batalla tuvo lugar el 18 de junio de 1815. Y supuso una terrible derrota de
Napoleón, la última como Emperador.
El Museo WATERLOO 1815, parece que recientemente ha sido reformado, sobre
todo el Centro de Visitantes, se veía muy nuevo; suponemos que con el
motivo del bicentenario que se celebró este verano.
Puedes elegir entre dos tickets: Lion
Hamlet Pass (16 €) que incluye Museo, Panorama y Colina; y el Pass 1815
(19 €) que además de lo anterior incluye las casas museo que fueron el cuartel
general la noche anterior de la batalla, tanto de Napoleón y como de Wellington (estas casa
se encuentran algo más alejadas). Nosotros elegimos el de 19 €, pensamos que igual
nos daba tiempo de visitarlo todo, y que además la diferencia era muy poco.
Desde el Centro de Visitantes se
accede al MUSEO, hay gran cantidad de uniformes, y un gran despliegue de
tecnología a lo largo de todo el recorrido (se nota que es muy nuevo), y
también hay una peliculita en 3D; pero una pena que ante tanto despliegue, no
tengan audio guía en español, a nosotros se nos hizo un poco complicado
entender las cosas.
En muchísimos países hay ciudades llamadas Waterloo |
Luego accedimos al edificio del PANORAMA,
que es un edificio circular que se hizo para albergar una pintura de grandes
dimensiones que da la vuelta por completa al recinto, recrea las cargas más
significativas de la batalla; a nosotros no nos pareció muy destacable.
Para el final dejamos la COLINA, desde
la cima de esta montaña artificial, se divisa la panorámica de lo que fue el
campo de batalla, y está coronada por un león, que es el símbolo heráldico del
escudo de armas de los holandeses, que fueron los que la erigieron. Se llega por una escalera a lo largo de la ladera, en total serán algo más de 200 escalones.
Y ya se había hecho hora de comer, por
allí mismo hay un par de sitios, no nos complicamos nada, justo enfrente del
Panorama hay uno (que fue el que elegimos), llamado Le Cambronne; pedimos pasta y
ensalada, que junto con las bebidas nos costó 69 € (no nos pareció mal el
precio, salimos a 17 € cada uno).
Después de comer estuvimos un rato por
una especie de campo de batalla que habían montado, con gente vestida de época;
había horarios con diversas cosas a lo largo de todo el día. Como curiosidad
mientras estábamos por allí dispararon un cañón.
También se podía visitar la Granja Hougoumont (parece ser que lo único que queda autentico de la batalla), pero te llevaban en autobús, y no teníamos muy claro el tiempo que nos podía llevar; así que ya nos fuimos de esta zona a visitar las casas de Napoleón y Wellington.
Cogimos el coche, y pusimos la primera
dirección, el GPS nos llevó sin problemas, pero con la entrada te dan un
planito, para ayudarte a llegar.
Primero vimos el Último Cuartel General de Napoleón, era una granja que fue
requisada por el emperador la noche anterior de la batalla; es una casa
bastante pequeña. Horario: 9’30 a 18.
En dirección contraria y ya dentro del
pueblo, se encuentra el Museo Wellington,
aquí había una audio guía en español (incluida en la entrada) que estaba
bastante bien. Horario: 9’30 a 18.
Y ya pusimos rumbo a Lovaina, donde
íbamos a estar alojados hasta el final de nuestro viaje; llegando pillamos algo
de retención. Elegimos el Hotel
Bordarhouse, que
no estaba en el centro, pero no nos interesaba porque nos teníamos que
desplazar a Bruselas; hicimos el check-in en un momento, subimos maletas, y descansamos
un ratillo.
De nuevo al coche, pues el centro de
Lovaina nos pillaba a casi media hora andando. El Parking MY PARK LADEUZE (en
Mgr. Ladeuzeplein 20), está muy muy cerca del centro; saliendo está la
Biblioteca de la Universidad, un bonito edificio.
Llegando a la plaza principal, nos
dimos un pequeño susto cuando vimos unos andamios, pero por suerte, no estaban
en el maravilloso Ayuntamiento.
Dimos una vuelta para ver un poco la
ciudad y a la vez íbamos mirando donde cenar, al final elegimos el primero que
habíamos visto, Domus.
A las 8’30 ya estábamos sentados eligiendo al cena; pedimos mejillones
gratinados, albóndigas, alitas y no sé qué más; con bebidas y un postre costó 94
€ (salimos a 23 € cada uno), nos pareció una relación calidad precio muy buena,
ya que estaba todo muy rico; y además era un sitio muy acogedor y muy agradable.
Tras la cena, al parking (8’80 €) y en
unos minutos al hotel. Y ya en la habitación la rutina de todos los días, un
poco de internet, contactar con la familia y revisar la ruta del día siguiente.
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